Núm. 10 (2012): R10_Público

Vivimos un momento emotivo, feliz y relevante, en el que se cumple un arduo desafío, después de vencer innumerables difiultades (muchas previsibles, otras no tanto) y que, al mismo tiempo, nos impone grandes y apasionantes responsabilidades. No parecería necesario recalcar la importancia de esta REVISTA y casi es obvio decir la inmensa alegría que significa tenerla en nuestras manos. Pero es bueno y sano hacerlo. Es bueno decirlo y sentirnos todos satisfechos por haber cortado la inverosímil ausencia de veintiséis años. Pues fue en 1986 que se publicó el número 9 de la Revista de la Facultad de Arquitectura; ya habían transcurrido entonces catorce años desde el número 8, editado antes de la dictadura. Al faltar también la revista de la Sociedad de Arquitectos del Uruguay desde 2002, ha transcurrido demasiado tiempo sin revistas institucionales que se ocupen de la Arquitectura y el Diseño. Sin estos soportes el debate es más pobre y, en consecuencia, la cultura toda se empobrece. En el lejano número 9, salido a luz con las prisas de contribuir a un proceso de restitución cívica, no dejó de señalarse como un desafío abierto para el futuro de la publicación el “abrir la discusión como motor de desarrollo de nuestra disciplina”, lo que habría de permitir “niveles de superación a la investigación, la docencia, la extensión y al hacer arquitectónico...”. Con insistencia nos hemos preguntado cómo recomponer un puente de continuidades sobre tamaño vacío y qué talante debía caracterizar esta nueva época de la Revista de la Facultad de Arquitectura, para establecer los esenciales hilos conductores sobre los que tejer una construcción contemporánea que incorpore las profundas transformaciones vividas. Cómo, con dichos y con hechos, podía revitalizarse la menguada presencia cultural del diseño y la arquitectura y contribuir a la afirmación cultural de nuestras disciplinas. ¿De qué forma avanzar hacia aquellos niveles de superación? Luego del nocivo suspenso de un cuarto de siglo... ¿cómo hacerlo? Nuestra Facultad se ha complejizado por su propia lógica y como consecuencia de los cambios del entorno académico y no académico. Diversificamos nuestra oferta de grado (ya son cinco las carreras que ofrecemos, y pronto serán seis) y nos extendemos en el territorio nacional; crecen los posgrados y se amplían los campos de investigación. La movilidad docente y estudiantil es cada vez más intensa, las aperturas curriculares más frecuentes. A los cambios internos, que debemos abordar con rigor y profundidad conceptual, se agregan las lógicas de la transformación universitaria. Y a los problemas clásicos se incorporan nuevas urgencias, surgidas de la crisis social, de la inestabilidad económica global, de la renovación tecnológica, del manejo de recursos y de la preocupación por el medio ambiente, en un marco de transformación de paradigmas culturales de tal profundidad que, acaso, no seamos capaces de advertir cabalmente. Es a este contexto que se integra nuestra REVISTA. Para actualizar, multiplicar y profundizar el compromiso ético de responsabilidad social universitaria desde la excelencia, aportando definiciones cada vez más precisas y operativas acerca de (y desde) nuestras especificidades disciplinares. Para ofrecer su aptitud de generar miradas singulares, integradoras, frescas y críticas, capaces de reintentar la unidad de sensibilidad y razón, para recuperar la verdadera inteligencia y proveer a la cultura de nuevas formas de ser y conocer. Oportunamente, podría decirse, el tema central de este número es el espacio público. Como es fácil advertir, esta REVISTA es, en sí misma, un Espacio Público. Abierto al agenciamiento de todos, se instituye como una ampliación del espacio de nuestra comunidad académica. Es interesante leer desde esta perspectiva –y desear que se cumpla– lo que el decano Reverdito escribía veintiséis años atrás, en el nº 9 de la Revista: ”Cuando la Sociedad se apropia cultural e intelectualmente del uso del espacio, este adquiere la escala y relaciones armónicas más auténticas porque espontaneidad, intuición y racionalidad se integran para expresar usos individuales y colectivos propios de un espacio libre y democrático” . Este es, pues, un nuevo espacio público libre y democrático que se abre e invita a entrar en sus inmensos y frondosos 14.000 metros cuadrados (es la superficie impresa de la tirada) para rehacerlo en cada lectura, para mejorarle con cada aporte, con cada iniciativa, con cada crítica.