Contaminación lumínica y entorno urbano
Resumen
La contaminación lumínica —que en términos generales puede definirse como la alteración de la oscuridad natural de la noche— se ha convertido en un problema global con graves impactos para las observaciones astronómicas, la biodiversidad y la salud humana, además del consumo irracional de energía que trae implícito. Actualmente, más del 80 % de la población mundial vive bajo cielos contaminados por los efectos de la luz artificial, es decir, no puede apreciar el firmamento. En el contexto urbano, la contaminación lumínica es causada por el alumbrado público y también por la iluminación proveniente de los privados, provocando en los seres humanos alteraciones del confort visual y de los ciclos circadianos. Ambos efectos se relacionan principalmente con las altas luminancias de las fuentes de luz y con las temperaturas de color utilizadas —mayores a 3500 K—, que no son las recomendadas para espacios exteriores. Es importante tener en cuenta el rol que juega el diseño en esta situación, ya que la contaminación lumínica puede evitarse si se tienen en cuenta los criterios adecuados al momento de planificar la iluminación exterior. En otros países existen normas y recomendaciones al respecto, como por ejemplo la norma legal francesa del 27 de diciembre de 2018 (Francia, 2018) para la prevención, reducción y limitación de la contaminación lumínica, que aborda el tema en sus diferentes aspectos, proporcionando soluciones para cada tipo de espacio. Se hace cada vez más necesario darle a este problema la dimensión que tiene y tomar conciencia de las consecuencias que puede ocasionar si no se adoptan las medidas adecuadas.