Lienzo de barro.
Resumen
La manera de apilar los adobes previos a la cocción para la elaboración de ladrillos despertó la curiosidad de dos arquitectos noveles y que habían contratado su primer diseño arquitectónico, estaban interesados en hacer un debut novedoso, para ello primero se decidieron por la tierra y luego propusieron que el adobe sea colocado de canto. Esto en principio parecía una locura ya que verticalmente no había trabe, cada adobe tiene un espesor de 7cm y esta debía ser la base de apoyo y en el mejor de los casos el trabe sería de 3,50 cm, muy escaso. Luego de varias sesiones se logró definir que los muros debían tener una similitud a un estante de libros y que para transportarlos en bloque, los libros deben ser comprimidos lateralmente y de esta manera formar un solo cuerpo. Con esta reflexión se armaron bloques de adobes de tres hilas y con 8 adobes cada hilada, así el trabe no era entre adobes sino entre bloques de adobe algo parecido a lo que sucede con los muros de tapial. Cada bloque fue armado con varillas de Ø 8 mm en cada hilada y con una lámina metálica a cada lado del bloque de manera que comprima las hiladas, el refuerzo vertical se planteó con cable metálico, una solera de hormigón armado donde se fijaba el cable que partía desde la cimentación de mampostería de piedra. Pese a que, en el taller, se trató de definir todo el proceso constructivo, la realidad de la obra y la experticia de los obreros facilitaron mucho el trabajo de armado de los bloques y la construcción pudo realizarse en los plazos adecuados y a costos que corresponden a una obra en tierra.